El pedido fue hecho por el defensor oficial ante el Tribunal Oral Federal 7, que tiene en sus manos la megacausa en donde la vicepresidenta Cristina Kirchner está acusada de ser la jefa de una asociación ilícita que recaudaba coimas entre empresarios
Pasó por abajo del radar, sin que nadie le prestara atención, pero el planteo fue hecho y espera respuesta. Oscar Centeno, el remisero que se convirtió en la pieza clave del escándalo de los cuadernos, pidió al tribunal oral que tiene en sus manos la causa que le permita reencontrarse con sus anotaciones, revelaron a Infobae fuentes judiciales. ¿Por qué? Quiere verlos para saber si efectivamente son los cuadernos que escribió. Así surge de la documentación a la que accedió este medio y que está siendo evaluada por el Tribunal Oral Federal 7, a cargo de los jueces Enrique Méndez Signori, Fernando Canero y Germán Andrés Castelli.
Por esas anotaciones terminaron presos principales empresarios del país y la entonces presidenta Cristina Kirchner -hoy vicepresidenta- quedó acusada de ser la jefa de una asociación ilícita que, desde el Ministerio de Planificación, recaudaba coimas entre los hombres que hacían negocios con el Gobierno kirchnernista. El propio Centeno inauguró la lista de arrepentidos a la que después se sumarían decenas de ex funcionarios y empresarios que quedaron procesados.
El tema de los cuadernos fue puesto en foco por diferentes acusados en la causa. “Escribía porque era una costumbre castrense que solía tener formada de anotar todo lo que se hacía con el vehículo. El horario de salida y de entrada, y el lugar al que se iba, además de otras cosas personales“, explicó Centeno en abril pasado, al declarar en una causa que se abrió en España por los manejos de Isolux y cuyo contenido fue revelado el viernes pasado por Infobae.
Fueron varias las defensas las que intentaron impugnar su validez, pero esta es la primera vez que el propio Centeno, devenido en testigo protegido, abre la puerta a la idea de que las anotaciones podrían no ser suyas. Eso genera un gran interrogante. ¿Qué pasaría si no las reconociera como propias? “Centeno ya tiene un problema. Ya mintió habiendo declarado como arrepentido. Dijo que tenía los cuadernos, dijo que los quemó y después aparecieron”, señaló a Infobae el defensor de otro de los implicados en este proceso.
Por lo pronto, la jugada del defensor oficial Sergio Steizel, representante legal del ex chofer de Roberto Baratta, fue solicitar que le muestren las anotaciones. “Mi defendido ha manifestado la necesidad de poder tomar contacto visual con esos elementos secuestrados pues, en rigor de verdad, se trata de la única persona que podría reconocerlos visualmente bajo la íntima convicción de que responden a su redacción; circunstancia que no deviene inocua al momento de preparar el ofrecimiento probatorio de cara al desenlace inmediato que tendrá el presente trámite jurisdiccional”, sostuvo la defensa de Centeno ante el TOF 7 en el escrito al que accedió Infobae.
El defensor repasó los inicios de la investigación que sacudió a la Argentina en el invierno de 2018. La causa se inició con el testimonio y la entrega de documentación que realizó el periodista de La Nación Diego Cabot como testigo de identidad reservada a la Fiscalía de Instrucción Federal n°4 , a cargo de Carlos Stornelli. Puntualmente el 10 de abril de 2018, el periodista de La Nación aportó “siete cuadernos y un anotador, todos ellos en fotocopias, respaldados a su vez en soporte digital vía archivos de fotos”, señala el defensor.
Tal como se conocería después, Centeno estaba peleado con su mujer, Hilda Horovitz, que lo había denunciado ante Claudio Bonadio. Entonces decidió que esos ocho cuadernos, que guardaba en su placard, ya no debían estar más ahí. Primero los puso en una caja cerrada y en noviembre de 2017 se los dio a su ex compañero de remisería, Jorge Bacigalupo para que se los guardara porque temía que su ex esposa los usara en su contra.
“Después confirmé que los leyó, porque me mandaba mensajes a mí y a Baratta amenazando que nos iba denunciar si no le daba dinero. Los cuadernos los tuvo Bacigalupo hasta aproximadamente los meses de febrero y marzo de este año”, dijo Centeno en una de sus declaraciones. “Le pedí a Bacigalupo que me los devuelva porque en una oportunidad voy y me dice que se los había dejado a un amigo por si le pasaba algo. Él pensaba que por la amistad que teníamos, por ahí nos relacionaban y quedaba comprometido, por lo que se los dio un amigo”. Bacigalupo dio vueltas: dijo que su amigo estaba en Córdoba, después en Miami. Centeno insistió. Bacigalupo llamó por teléfono y los cuadernos aparecieron. El propio Cabot contó que el ex militar lo había llamado reclamándole los anotadores porque los pedía el dueño.
El 2 de agosto de 2018, después de estar 48 horas preso, Centeno decidió convertirse en arrepentido en la fiscalía de Carlos Stornelli. “La autoría de esos cuadernos tiene por prueba que en fecha 2 de agosto de 2018 el Sr. CENTENO decidió allanarse al instituto del imputado colaborador y ratificó el contenido de esas anotaciones como de su puño y letra, expresando también que los originales estarían reservados en su domicilio particular”, recordó su defensor oficial. La declaración fue homologada por el juez Claudio Bonadio, que ordenó una orden de allanamiento en la casa de Olivos donde vivía Centeno. Buscaron los cuadernos, pero “los susodichos originales”, en palabras del defensor, no aparecieron.
El 4 de agosto de 2018, Centeno volvió a tribunales. Ahí “manifestó recordar que los ejemplares buscados los había quemado en la parrilla de su hogar, bajo consejo y miramiento de su amigo Miguel Córdoba”, planteó el defensor.
Fue Infobae a fines de agosto de 2018 el medio que publicó aquella declaración: “Una tarde de mayo de este año aproximadamente vino mi amigo Miguel Córdoba con su esposa Juana, de quien no recuerdo su apellido, a tomar unos mates. Yo ahí, aprovechando un momento que estaba sólo con Córdoba, le relaté los cuadernos que tenía, donde yo anotaba cosas muy comprometidas y lo que me había hecho Bacigalupo. Y le comenté que los iba a quemar, a lo que él me señaló que sería conveniente”, aseguró Centeno ante Bonadio. “Ahí me levanté, busqué la caja con los cuadernos, me fui al fondo donde está el quincho y en la parrilla los rompí uno por uno, los amontoné y los quemé. Me quedé atizando el fuego hasta que se terminaron de quemar y Miguel Córdoba me miraba desde la puerta de la cocina que está cerca”.
Sin embargo, el 23 de octubre de 2019, el periodista Cabot retornó a la fiscalía de Stornelli y aseguró que había recibido “por parte de una persona cuya identidad quiso reservar 6 de los 8 cuadernos, aparentemente originales”, señaló el defensor de Centeno. Los cuadernos fueron entregados en un sobre papel madera al TOF 7 el 25 de octubre de 2019. Fue la semana previa a que se hicieran las elecciones presidenciales en donde -por los resultados de la PASO- ya se sabía que ganaría la fórmula Alberto Fernández-Cristina Kirchner.
El TOF 7 tiene en sus manos la realización del juicio oral que concentrará una megacausa con varios epicentros: no solo la causa por las anotaciones de Centeno sino todas las causas que se agruparon alrededor de ella. El ramillete de expedientes fue elevado a juicio oral a fines de 2019. Los principales acusados son Cristina Kirchner, Julio de Vido, Roberto Baratta, José López y el chofer Oscar Centeno, el financista Ernesto Clarens, y los empresarios Ángelo Calcaterra, Carlos Wagner (extitular de la Cámara Argentina de la Construcción), Enrique Pescarmona y Néstor Otero (el concesionario de la terminal de micros de Retiro), entre otros.
Algunos de ellos se transformaron en “arrepentidos”. Las defensas de varios imputados intentaron “voltear” esas declaraciones porque sus dichos no habían sido grabados, pero, con dos votos a uno, la Sala I de la Cámara Federal de Casación Penal rechazó esos planteos y validó las confesiones que se convirtieron en el corazón de la causa.
En un expediente aparte, a principios de abril, el empresario Armando Loson -uno de los arrepentidos- denunció hace con una pericia que encargó su defensa que su nombre en los cuadernos había sido adulterado. Dice que tras un análisis sobre las piezas a las que pudo acceder, la anotación de Centeno no decía originalmente Armando sino Marcelo. El tema está en manos del fiscal Gerardo Pollicita, con la intervención del juez Marcelo Martínez De Giorgi. Pero todos los empresarios involucrados esperan saber qué pasará con esa causa para saber cómo moverse.
Fue después de ese pedido que la defensa de Centeno solicitó ver los cuadernos. “En el entendimiento que esa voluntad de mi defendido no sólo guarda razonabilidad frente a la acusación que se le ciñe aquí, sino también, que por mandato institucional debo procurar hacer valer sus pretensiones procesales en la medida en que tengan soporte legal, en este caso concreto, la de los arts. 75 inc. 22 de la Constitución Nacional y 8.2.c de la Convención Americana de Derechos Humanos, es que solicitaré al Tribunal se me conceda un turno para comparecer junto a mi defendido Centeno a fin de que aquel pueda, con las medidas de seguridad que V.E. estime corresponder, reconocer visualmente el contenido de los elementos citados”, sostuvo el defensor.
Los cuadernos, dijo, se convertirán en el foco de “una multiplicidad de experticias caligráficas cuya dilación, de momento, se desconoce”. Por eso, dijo, “creo oportuno requerir, de manera previa a ese acto procesal, se permita vehiculizar la comparecencia que reclamo, repito, bajo las medidas asegurativas que permitan tanto al Tribunal como al resto de las partes controlar que no haya existido ningún tipo de alteración o manipulación sobre los efectos en custodia”.