La Justicia tiene en la mira a cuatro sospechosos que estarían vinculados al negocio del narcotráfico. Dos ya fueron detenidos, mientras que los demás permanecen prófugos
Luego de que los dos detenidos por el crimen de Candela Azoya, la adolescente de 17 años que fue encontrada muerta y desmembrada a orillas de las vías del ramal Haedo de la línea Roca, se negaran a declarar ante el fiscal José Luis Suárez, uno de ellos se quebró. El acusado pidió tener una audiencia para brindar detalles sobre la última vez que vio con vida a la menor. Incluso, apuntó contra los dos prófugos al asegurar que no estuvo involucrado en el asesinato.
En la versión de los hechos que aportó, el acusado contó que la tarde del 26 de noviembre había ido junto a su novia y Candela hacia la casa de los dos prófugos, ubicada en Villa Albertina, y que la habían dejado en ese domicilio porque la adolescente quería esperar a uno de los hijos de los sospechosos. “Se hizo casi medianoche, no venía y yo decidí irme”, recordó.
Después de que fuera detenido y haberse negado a declarar, la fiscal Carla Furingo resolvió imputarlo por el delito de homicidio triplemente agravado, por ser cometido en contexto de violencia de género, por la participación de tres personas y por ensañamiento. No obstante, las fuentes oficiales consultadas por Infobae habían indicado que el primo de la víctima estaba dispuesto a contar lo ocurrido, pero que no lo haría hasta que no tuviera a un abogado particular. Asimismo, consideraron que su actitud emanaba “cero sentimiento de culpa, nada”.
Después de que la familia de la adolescente denunciara su desaparición, unos vecinos alertaron a las autoridades por el hallazgo de un pie semi calcinado y un tobillo. Junto a ellos también se encontraba una media, prenda que serviría para que la madre de Candela pudiera identificarla. A raíz de esto, los peritos rastrillaron la zona y a 300 metros encontraron la cabeza y diferentes huesos calcinados, pero no dieron con la ubicación de su torso.
De acuerdo al relato que brindaron los familiares, la adolescente había salido de la casa de su mamá en Villa Centenario rumbo a la plaza de Santa Marta, debido a que había coordinado retirar unas zapatillas usadas que había comprado por redes sociales. Todo este recorrido lo hizo junto a su primo, hasta que las cámaras de seguridad los captaron cuando ingresaban al domicilio de los prófugos.
Los investigadores plantearon que la propiedad habría funcionado como un aguantadero hasta que los vecinos lo prendieron fuego tras conocerse el crimen. Sin embargo, las autoridades lograron allanarlo antes de que se perdieran las pruebas y destacaron que el lugar estaba lleno de sangre. Por el momento, no se determinó cómo y por qué asesinaron a la joven.