Lo declaró Julieta Estefanía Bonanno en el juicio donde se la acusa de contratar a un sicario para matar a su cliente y al hijo.
“Estoy detenida por una cuestión política del gobierno anterior”. “Esto se debe a una connivencia del juez federal de Campana”. “Es una cuestión de la ministra Bullrich”.
Con frases inconexas, sin dar demasiadas explicaciones ni contestar preguntas, la abogada Julieta Estefanía Bonanno (33) declaró el martes en el juicio oral que se le sigue como autora intelectual de los crímenes del mexicano Rodrigo Alexander Naged Ramírez (59), su cliente en una megacausa de narcotráfico, y del colombiano John Naged (30), hijo del anterior.
Los homicidios ocurrieron a mediados de 2018 y este martes, aunque pobre, fue la primera vez que Bonanno aceptó hablar en declaración indagatoria. También fue la primera vez que asistió a una audiencia en Comodoro Py ya que el debate se inició en plena pandemia de COVID-19 y todo el juicio se había hecho de forma remota.
Ya hace un mes aproximadamente los abogados de Bonanno habían adelantado que su clienta quería declarar, aunque no iba aceptar preguntas de nadie. Con tanta prueba de cargo en su contra, su indagatoria había generado expectativas. Pero fue todo frustración.
La abogada llegó a la sala de audiencias en medio de un fuerte operativo de seguridad a cargo de un grupo especial de intervención del Servicio Penitenciario Federal (SPF). Se sentó frente a los jueces y apenas habló unos 15 minutos para “aclarar algunas cosas”
“Llegué al caso Bobinas Blancas por recomendación. Siempre fui muy dedicada y en esta causa tuve entredichos con el juzgado federal de Campana (a cargo de Adrián González Charvay)”, arrancó Bonanno y señaló: “Yo entiendo que mi detención se debe a Bobinas Blancas, porque yo señalé que ese caso empezó con un oficio de la DEA”.
Bonanno no dio muchos más detalles. Parecía nerviosa.
Contó que por razones “humanitarias” fue ella la que pagó la internación de Naged Ramírez en una clínica de Monte Grande luego de que sufriera un ACV y que también se encargaba de pagar el alquiler del departamento de Belgrano donde vivía su cliente.
Tampoco aportó mucho cuando encaró el tema de la noche de los crímenes. “Yo me fui a entrevistar con ellos y cuando abrimos la puerta para salir apareció un hombre armado, me tiro, me caí, grité ‘¡no, no!’. Me llevó al lavadero, me tiró al piso. Yo pedí auxilio, escuché una discusión y disparos. Despues salí”, indicó en un relato que no aportó mucho al debate que ya entró en su etapa final. Se espera que los alegatos del fiscal comiencen el 29 de marzo.
Crimen por encargo
Bonanno es la protagonista de un caso violento y singular.
Pese a su juventud y a su escasa experiencia en casos importantes, fue contratada en 2017 como abogada del mexicano Rodrigo Alexander Naged Ramírez, que había sido detenido en el marco del operativo Bobinas Blancas: 1.258 paquetes de cocaína (1.375 kilos) acondicionados dentro de bobinas de acero galvanizado para ser exportadas a Europa y/o Canadá.
Naged Ramírez había sido el especialista que viajó a la Argentina para acondicionar la droga rodeándola de un sistema eléctrico diseñado para alterar el resultado de los escáneres de la Aduana.
El mexicano debía ir a juicio oral con el resto de la banda (que terminó condenada en septiembre de 2021) pero antes, en enero de 2018, tuvo un ACV que le permitió la excarcelación y su desvinculación temporal del expediente.
Cuando ya se había acomodado en un departamento de Belgrano junto a su hijo y estaba reponiéndose de su accidente cerebrovascular, un sicario entró al lugar y lo fusilo a él y a su hijo.
Los homicidios fueron la tardecita del 4 de junio de 2018 y aun hay puntos oscuros sobre quién ordenó las muertes. En Estados Unidos se pudieron abrir los celulares iPhone de Bonanno y así saber que había intentado matar a sus clientes unas semanas antes, cuando ella estaba de viaje en el Caribe.
Pero para la acusación, en manos del fiscal Marcelo Colombo, aun es un misterio si lo hizo por encargo de los capos mexicanos a los que ella se jactaba de conocer o si lo que la motivó fue quedar bien con estos narcos, ante una posible declaración de arrepentido de Naged Ramírez, y actuó por iniciativa propia.
El asesino escapó y hasta hoy no está oficialmente identificado. La suerte de Bonanno fue distinta. Pasó de “testigo que sobrevivió milagrosamente” a principal acusada luego de que las cámaras del edificio de la Avenida Cabildo 2659 la mostraran franqueándole el paso al sicario.
Aunque en junio de 2019 Bonanno dio una entrevista a Clarín en la cárcel de mujeres de Ezeiza, nunca declaró en el expediente. Por eso había tanta expectativa con la declaración de este martes, que ella misma había pedido previendo que en pocas semanas será el momento del veredicto.
Pero la abogada estuvo muy por debajo de las expectativas. No aceptó contestar preguntas, se la vio nerviosa, haciendo grandes silencios y no contó nada relevante. Solo lanzó acusaciones, principalmente a la ex ministra de Seguridad Patricia Bullrich y al juez de Campana Adrián Gonzalez Charvay, sin dar precisiones ni completar sus conceptos.
Consultada por este diario, la ex funcionaria le respondió: “Decir que es una causa política cuando mataste a alguien es una ridiculez, una locura. Además, Bobinas Blancas fue una de las causas contra el narcotráfico más grandes de la historia”.
El juicio a cargo del Tribunal Oral Federal N° 8 arrancó el 2 de marzo de 2020 por Zoom y tuvo un comienzo accidentado, ya que Bonanno primero se negó a asistir a la audiencia porque se oponía a que el debate se hiciera en forma remota.
Bonanno, que está en contra de que se la juzgue vía Zoom, se negó a salir de su celda en la cárcel de mujeres de Ezeiza para ir a la sala en la que se realizan las audiencias judiciales a distancia.
A la abogada la terminaron llevando frente a la computadora por la fuerza: tres mujeres penitenciarias vestidas como para la guerra y con sus rostros tapados se quedaron todo el tiempo a su lado. La vigilaron tan de cerca que, cuando en un momento la acusada intentó pararse e irse, reaccionaron rapidísimo y la obligaron a ocupar su lugar nuevamente.
El show siguió. Mientras el secretario del tribunal leía la elevación a juicio del juez González Charvay, Bonanno comenzó a cabecear visiblemente hasta que en un momento quebró la nuca para atrás y pareció desmayarse. El martes todo fue más prolijo. Poco interesante, pero prolijo.