Es un dispositivo y software desarrollado desde 2018 por Leandro Groves y Gustavo Medina pensado para combatir el delito. Sus autores, además, buscan lograr que cualquier vehículo “tenga inteligencia propia”. El invento también permite localizar celulares aunque estén apagados
Como Kitt, el auto fantástico que copó las tardes y televisores en los años 80´s por hacer creer que un vehículo es capaz de pensar, hoy parece posible que cualquier vehículo -celular y dispositivo mediante- pueda convertirse en inteligente y “contarle” a su dueño qué le pasa: si lo chocaron, tocaron, intentaron forzar o si fue robado, y hasta indicar con exactitud dónde está.
Esto es posible gracias a una idea nacida en Avellaneda y desarrollada por Leandro Groves (32) y Gustavo Medina (45), dos amigos que desde 2015 comenzaron a buscar la manera de dar seguridad en vehículos por medio de inteligencia artificial.
“Creamos la primera tecnología autómata inteligente que recupera vehículos y celulares”, resume Groves sobre la eficiencia del invento, cien por ciento argentino y, admite orgulloso “único en el mundo”. “El invento, que se basa en ese tipo de inteligencia, no es solamente de recuperación de vehículos robados sino que le da la capacidad al vehículo de poder tener inteligencia propia, dialogar con el usuario y pretendemos que hasta sea capaz de decirle a su dueño cómo estará el clima mañana”, completa.
Leandro Groves explica cómo funciona el sistema escorpion Inteligente
Los inventos
Leandro dejó su trabajo como policía en 2018, cuando quiso comenzar a trabajar como técnico en Informática especializado en desarrollo de software —carrera en la que se graduó en la UTN, en 2009— y desarrollar los programas de seguridad en los que hacía tres años estaban trabajando con su amigo Gustavo Medina, ingeniero electrónico y su socio.
Le insistió al entonces empleado del área de sistemas de compañías de seguridad que era hora de hacer camino solos y dar vida a los sueños que lentamente nacían en el barrio que los une, Avellaneda. Así crearon la pyme G&M (por las iniciales de sus apellidos), desde la que “rompemos las barreras de lo imposible”, asegura. Para entonces, Leandro ya había tomado capacitaciones en Inteligencia Artificial y ese fue el disparador final.
“Un día nos reunimos con Gustavo en mi casa, nos sentamos a hablar y, como él trabajó muchos años instaló alarmas vehiculares de las compañías de seguridad más reconocidas, tuvimos la idea de cambiar las cosas debido a la inseguridad de todos los días. Y pensamos en el vehículo de aquella persona que tanto esfuerzo hizo para comprarlo, mantenerlo y que además lo considera como un compañero de trabajo con el que convive a diario y que, de golpe, se queda sin él porque se lo roban. Por eso, decidimos implementar una tecnología que al principio la creamos como una aplicación o software, que diseñé yo, y un dispositivo inalámbrico, que hizo Medina”, inicia el racconto.
Corría 2018 y la crisis económica, pero salieron a flote. No esperaban que dos años más tarde el mundo se detuviera por una pandemia. Pero no solo que aprendieron a surfear la gran ola sino que también el tiempo los hizo avanzar en el objetivo.
Si detener el vehículo desde la app parecía innovador, lo siguieron desarrollando: “Una de las nuevas ideas, por ejemplo, era agitar el teléfono y que eso detenga el auto y mande la ubicación. Luego pensamos por qué no hacer que el auto hable con el usuario, darle una inteligencia propia y que además le reconozca la voz y que si está estacionado pueda indicar dónde o si le están queriendo abrir una puerta, avise. ¿Cómo se hace esto? Analizando, por ejemplo, el peso, la presión, el calor del contacto de una persona en la cerradura, el algoritmo puede establecer que algo no anda bien; así, cuando le abren la puerta forzándola el mismo sistema pide auxilio”, explica.
Entusiasmado, sigue: “Este es el primer sistema que reconoce al usuario, tiene reconocimiento por voz y le implementamos el novedoso sistema QR, que son imanes de heladera pensado como una solución rápida en momentos que apremian. Se lo escanea, detiene el auto, corta el combustible y manda la ubicación”.
Alentado por los casi 300 usuarios argentinos que ya tienen el sistema Escorpión, también desarrollaron un sistema para rastrear un celular robado aunque esté apagado o si le sacan la batería. “El celular tiene un CPU, que almacena memoria y datos, y decidimos trabajar sobre ese corazón que le funciona las 24 horas. En ese caso, también geolocalizamos el objeto”, cuenta y aclara que ambos inventos están patentado en el Instituto Nacional de Propiedad Industrial y en el Instituto Sudamericanos de Derechos de Autor.
Qué es y cómo funciona “El escorpión”
En resumen: es un autómata que hace que cualquier vehículo tenga vida propia. “Imaginá que le decís: ¡Hola!, y te responde”, lo describe como si se tratase del Pontiac negro que secundaba a Michael Knight (inmortalizado por David Hasselhoff en aquella serie nacida en 1982), y que se manejaba solo y tomaba sus propias decisiones.
El dispositivo inalámbrico (del tamaño de un llavero y en color negro) se coloca escondido dentro del vehículo, posee cuatro sensores (movimiento, radio 360°, impacto y de reconocimiento) y puede ser avisar qué le está pasando mediante un audio que recibe el celular (donde está instalada la app que los integra) y que reproduce en altavoz. También, en caso de robo, envía su ubicación en tiempo real mediante el GPS relacionado a Google Earth, por ejemplo.
“Si vos estás trabajando, tenés estacionado el auto a cinco cuadras y alguien simplemente se le apoya, el auto se comunica con vos y te avisa que un extraño se apoyó en él porque tienen la capacidad de sentir por medio de microsensores y nano sensores de movimiento y detección de movimiento. Esta capacidad se la da el dispositivo que está escondido”.
No es todo. Al recibir el aviso de robo, el dueño puede detenerlo desde su celular (apretando la opción, mediante un código QR o agitando el dispositivo móvil, tal como se ve en el video de demostración).
Sobre cómo lograron que el auto hable, explica: “Mediante los algoritmos de voz le enseñamos a la computadora todos los caracteres de un ser humano: saludar, reconocer lo que se le dice. Creamos el algoritmo para que lo que digas, la computadora ya lo sepa y sepa contestar; a medida que fue pasando el tiempo hicimos que eso sea más grande, por ejemplo, pedirle al auto que te muestre el mapa de donde está o circula”.
Yendo por más, apuesta a que pronto el auto sea capaz de decir cómo seguirá el clima en el día o a una hora determinada. “Esto lo logra porque se le enseñó mediante los códigos, son algoritmos de condición. Son secuencias matemáticas, algebraicas y lógicas. Yo tengo que hacer que la máquina responda como una persona, eso es inteligencia artificial llevada a lo vehicular”.
El dispositivo inalámbrico y el software (que se exporta a algunos países) costaba $18 mil cuando comenzó a ser comercializado, pero hoy tiene un valor único de $50 mil. “No es necesario darle mantenimiento. Una vez que se instala no requiere que el usuario venga a actualizarlo, se actualiza solo y el propio sistema avisa que fue actualizado o que tiene nuevas funciones, por eso el pago es una sola vez y si la persona cambia de auto se le instala allí”.