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jueves, abril 18, 2024
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“Es inconcebible que con lo que cuestan dos pares de zapatillas se pague la luz y el gas de todo un año”

El economista Nicolás Gadano dice que la distorsión de precios relativos es inaceptable. Y afirma que los ajustes tarifarios deben hacerse todos juntos en el día uno del próximo gobierno.

La inflación devora el poder adquisitivo de la mayoría de los salarios. Los sueldos alcanzan cada vez menos. Sin embargo, los ingresos de los argentinos tienen una particularidad. “Si se toma un salario de acá y se lo mide en términos de tarifas de servicios públicos, o de lo que se paga por boleta media de electricidad, el salario en la Argentina es altísimo”, plantea el economista Nicolás Gadano, especialista en energía. “Pero si tomamos ese mismo salario en zapatillas, probablemente sea el peor del mundo”, grafica.

El punto al que Gadano apunta es la llamada “distorsión de precios relativos”: las tarifas de luz y gas -en especial en Buenos Aires y el conurbano- son muy bajas, en comparación con otros bienes y servicios, como puede ser un par de zapatillas. “Hagamos el ratio costo de zapatilla versus factura de energía media, comparado con España”, propone.

Un sueldo mínimo en la Argentina es de $ 80.000. En una cadena de ropa deportiva conocida, con ese importe se compran dos pares de zapatillas de primera marca. En cambio, con esos $ 80.000 se pueden pagar las boletas de luz y gas de casi todo el año en Buenos Aires. En España, un sueldo mínimo es de 1.050 euros. Las zapatillas valen 70 euros. Y las boletas de luz y gas entre 100 y 150 euros para un monoambiente, dependiendo del consumo. “Cuando el poder adquisitivo del salario es altísimo en servicios públicos, pero bajísimo en zapatillas, es evidente que hay una distorsión”, expresa “No podemos naturalizar que una factura mensual de un servicio de energía valga menos que ir a la verdulería un día”, grafica.

Gadano -que fue funcionario en Economía de la Alianza, y del Banco Central y Economía en la administración de Cambiemos- está trabajando con la Fundación Pensar en el delineamiento de un plan económico para el próximo Gobierno, en caso que Juntos por el Cambio se imponga en las elecciones presidenciales. Admite que la corrección tarifaria de 2015-2019 (el anterior gobierno de Cambiemos), tuvo errores. “Hubo falta de coordinación. El Banco Central yendo para un lado con sus propios objetivos (de bajar la inflación), el fisco y el ministerio de Hacienda con los suyos y el ministerio de Energía, con su política de normalización de precios y tarifas”, sintetiza.

“Hubo ruido, entre esas cosas, porque los subsidios son un tema de economía, pero la inflación es un tema del Banco Central. Es muy difícil tener que aumentar unos precios mientras no se puede ser ambicioso para bajar otros. Ese es el aprendizaje. Ahora todo tiene que estar diseñado de una manera mucho más consistente e integral”, explica en una entrevista con Clarín.

– ¿Cómo describe la situación energética actual?

– Es interesante verlo desde una doble perspectiva. Por un lado, es un desafío enorme porque estamos conviviendo con una enorme distorsión de precios relativos de la energía. El precio medio de la energía en general está bajo. Es bajo lo que paga la demanda y eso tiene su correlato en subsidios fiscales y descapitalización de las compañías, Pero además, los precios relativos dentro del sistema energético,entre distintos combustibles, distintos usuarios, entre distintas regiones del país, también son un enchastre. Genera comportamientos muy distorsionados.

– ¿Qué implica eso?

– Si la gente cree que la energía es barata porque ve que año tras año el precio de la energía es bajo, va a tomar decisiones de consumo, de equipamiento de viviendas, en donde no le importa si va a tener que fraccionar el consumo o cuidarlo. Entonces, mete aire acondicionado, y esto se ve incluso en edificios corporativos. Al revés, si en algunos meses y como algo muy raro, el precio de la energía sube, la gente no toma decisiones de largo plazo. Cuando se intenta llevar los precios a los niveles adecuados,la gente ya está equipada para gastar más.

– ¿Es posible romper esa dinámica?

– Este gobierno kirchnerista, a diferencia del anterior, cambió su discurso. Reconoce que la política de subsidios es una irresponsabilidad. Y con un esquema bastante complejo y que no es probablemente el que yo hubiera elegido -el de la segmentación- empieza a subir las tarifas. Para el nivel 1 (sectores de altos ingresos, o que quieren seguir ahorrando en dólares), los aumentos tarifarios son del 200%, 200 y pico por ciento, muy por encima de la inflación. Por supuesto que es tanto el deterioro que se hizo, que es insuficiente, pero me parece que la sociedad ya entiende.

– ¿Qué lo entienda significa que está dispuesta a pagar mayores tarifas?

– No le va a gustar a nadie que le aumenten los precios de algo. Pero se da cuenta de que no es un discurso de la oposición. El mismo Gobierno le está explicando que el camino del abaratamiento tarifario es un engaño y que eso se paga con subsidios, o sea, por déficit fiscal, impuestos, inflación que pagamos todos o provoca lo que pasó en la distribución en el verano, que es la falta de capacidad para tener energía. Cualquiera se da cuenta que es mejor pagar un poco más por la energía, pero tener energía.

– ¿Con shock o gradualismo?

– Las correcciones tienen que ser el día uno. La cuestión energética tiene que estar completamente integrada con el programa económico, por la cuestión fiscal y los subsidios. Es muy importante que el “timing” esté estrechamente vinculado en todo el proceso. No hay margen fiscal para hacer más gradual o menos gradual la cuestión de los subsidios.

– ¿No se pueden hacer las correcciones de a poco?

– Supongamos que Argentina tuviera la plata -aunque no la tiene- para hacer las correcciones de a poco, entre uno o dos años. Bueno, eso significa que recurrentemente en un período de dos años, tendríamos espasmos de inflación. Desde el punto de vista de la política inflacionaria, no es bueno, porque cada vez que tengamos un movimiento de tarifas vamos a tener una perturbación que puede perjudicar los objetivo de baja de la inflación. Entonces hay que aplicar el programa normalización desde el día uno. Eso no significa que se haga todo el día 1. La secuencia va a depender muchísimo del programa general de estabilización macro.

– ¿No cree que la mayoría de los hogares prefiere ser subsidiado, y entiende que si lo paga el Estado, ellos tienen un gasto menos en su bolsillo?

– Es un problema de la cuestión pública y va al foco del problema de la inestabilidad argentina, que es el déficit fiscal recurrente, sistemático, estructural y los modos de financiarlo que han ido destruyendo el crédito público, la moneda, el acceso a los mercados internacionales de crédito. Hemos abusado de todos los mecanismos por los cuales un país financia su déficit público, y no logramos corregirlo ya que estamos siempre en déficit. Hay que explicarle a la gente que eso es muy dañino, y muy costoso.

– Las correcciones anteriores estuvieron acompañadas de muchas protestas del kirchnerismo y sectores de clase media. ¿Por qué eso no volvería a pasar eso ahora?

– Este gobierno ya le ha tenido que explicar a la gente que lo que hizo en la primera etapa kirchnerista, lo que hizo en los dos primeros años de este mismo gobierno no está bien. Transfiere plata a los sectores de mayores ingresos. Fue el ex ministro de Economía Martin Guzmán, de este Gobierno, el que dijo que los subsidios eran pro-ricos. Una cosa es focalizar, en lo que estamos todos de acuerdo. La tarifa social es algo que está bien. Ahora no le puede regalar la energía a todos los hogares de la Argentina.

– ¿Pero cree que la gente toma dimensión del problema del déficit público o le resulta ajeno?

– Está la idea de ‘ah, bueno, si yo no lo pago, lo paga el Estado. Y si paga el Estado, no lo paga nadie’. Pero en verdad lo pagamos todos, con una economía inestable que nos perjudica a todos. En definitiva se puede controlar la tarifa de la energía, pero a los alimentos, a la verdulería no se lo puede controlar. Los controles de precios son un engaño que no funciona, todo termina saliendo más caro. La energía es muy importante, pero no pesa tanto en la canasta de consumo de un consumidor. Mucho más le pesan los alimentos y mucho más pesa el alquiler.

El lado positivo

La oportunidad. Así como ve sombrío el panorama de los servicios públicos, Gadano ve un potencial en hidrocarburos, energías renovables, litio. “Hay oportunidades de crecimiento, de inversión, de exportaciones y de empleo enormes en todo el territorio. Antes, por ahí, eso estaba muy focalizado a hidrocarburos de Vaca Muerta. Hoy hay un montón de provincias con proyectos energéticos. Más el offshore, que es muy interesante, que abre un mundo petrolero nuevo.”

En Vaca Muerta, detecta que hay una maduración del “proceso inversor y la mejora en términos de costos y de competitividad”. “Se ve en YPF, pero también en lo que hizo Tecpetrol en gas, más lo está haciendo Shell, más el boom de Vista. Es un portafolio de compañías de distinto formato que ha convertido a Vaca Muerta, también en un contexto internacional favorable de precios, en una realidad, en un boom, a pesar del entorno económico argentino, que es totalmente contrario al desarrollo”, define.

También cuenta que el cepo está siendo una traba para un mayor desarrollo. “Estuve en un seminario, y el gobernador de Neuquén (Omar Gutiérrez) decía ‘ojo, que no están pudiendo entrar equipamiento por importación’. Ya no es que no pueden girar utilidades o no se pueden endeudar.

“Igual, la industria privada está invirtiendo hoy, en la ampliación de la capacidad. La Secretaría de Energía estuvo bien en un tema de permisos de exportación por ducto. La industria está previendo que va a producir mucho más y está invirtiendo para ampliar la capacidad para ir al Atlántico y al Pacífico. Está el ducto trasandino, la expansión de Oldelval, el gasoducto Vaca Muerta Sur”, se entusiasma.

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