Muchos dormían cuando el micro pinchó una goma y tuvo que hacer un trasbordo. Nunca fueron avisados y estuvieron seis horas a la deriva.
A la deriva. Así quedó un grupo de 18 pasajeros -incluido un bebé- que se trasladaba en micro desde Córdoba Capital a Isla Verde, una pequeña ciudad del departamento Marcos Juárez, en el sudeste provincial. De un momento a otro, se despertaron durante del viaje y se encontraron abandonados al costado de la ruta sin el chofer.
El ómnibus 4347 de la empresa local Coata partió a las 20.30 del domingo. La hora de llegada estaba pautada para las 2.30 de la madrugada del lunes. Pero en el trayecto de poco más de 300 kilómetros, varios pasajeros fueron protagonistas de un acontecimiento tan inesperado como insólito.
Estaban durmiendo cuando, cerca de la 1, notaron que el micro se había detenido a la vera de la Ruta Provincial 4. Al no recibir ninguna notificación de alerta por parte del personal, siguieron descansado. Sin embargo, algunos volvieron a abrir los ojos cuando el reloj ya marcaba las 2.30. Estaban en el mismo lugar.
Asombrados, algunos se acercaron a la parte delantera del micro y se encontraron con que estaban encerrados. Las luces apagadas y la ausencia del chofer fueron otras señales de alerta. También faltaban pasajeros que habían salido con ellos. La desesperación invadió la escena.
En ese momento, algunos utilizaron su celular y abrieron las aplicaciones de mapas para saber dónde estaban varados. La ubicación era Etruria, a unos 100 kilómetros del lugar de destino.
La llave del coche todavía puesta les permitió probar suerte para lograr abrir las puertas y bajar. “Tocamos todos los botones, sin conocimiento alguno, y pudimos abrir las puertas. Al bajar abrimos la bodega y notamos la ausencia de los bolsos“, detalló Antonela Cesano, una de las pasajeras que relató la odisea en su cuenta de Twitter.
Pensaron que se trataba de un robo. Entonces, llamaron a la Policía. Pero recibieron una respuesta desconcertante.
Los efectivos les dijeron que, en ese mismo lugar, habían hecho hacía 45 minutos el trasbordo de un colectivo porque había pinchado una goma. Justamente, el micro afectado era el suyo. Nunca se enteraron. Los agentes también les confirmaron que se hizo el traspaso de bolsos. Por eso se encontraron con la bodega completamente vacía.
“Seguramente el chofer pidió que bajemos para hacer el trasbordo porque sino el resto de la gente no hubiera bajado y seguido su viaje. Pero otros 18 dormíamos y no escuchamos nada. Nunca subió al colectivo para chequear que todos los pasajeros hayan bajado. Subió a otro, cargó los bolsos y siguió su rumbo”, cuestionó Antonela.
Algunos pasajeros divisaron a un micro de la misma empresa que circulaba en sentido contrario y le hicieron señas para detenerlo. Al frenar, el chofer y su acompañante no podían creer lo ocurrido. Uno de ellos se solidarizó. Continuó viaje hasta Villa María para buscar otro ómnibus, pegó la vuelta para buscarlos y dejarlos en destino. La dramática historia concluyó 8.40, seis horas después de lo estipulado.
“Lo que sucedió es gravísimo. Sabemos que el chofer se llama Sergio. Intentamos hacer el reclamo y nos fueron trasladando la llamada de un número a otro. Esto no puede volver a pasar. Nos pasaron miles de cosas por la cabeza en esas seis horas. Los riesgos que corrimos fueron muchos y estábamos con un bebé”, concluyó Agustina, indignada por la situación que les tocó vivir y la falta de respuesta desde la empresa.