Juan Percowicz, jefe de la Escuela de Yoga Buenos Aires, acusada de trata de personas, lavado dinero y torturar a miembros rebeldes drogándolos en una clínica trucha, fue arrestado en una propiedad del barrio cerrado Santa Clara
El viernes 12 de agosto por la tarde, la división Trata de Personas de la Policía Federal ingresó a la mansión de Juan Percowicz, maestro máximo y líder fundador de la Escuela de Yoga Buenos Aires, ubicada en el lote 4 del country Santa Clara de Tigre. Lo habían investigado durante meses, seguido en la calle con filmaciones de inteligencia desde asientos traseros de autos para definir al círculo íntimo que lo rodeaba. Al entrar a la casa, los policías atravesaron las palmeras de la entrada, llegaron a la amplia pileta en el fondo. También notaron la camioneta estacionada en la entrada, una Ford Bronco Sport Wildtrack negra, sin una raya en su pintura, valuada en más de diez millones de pesos. Percowicz era su dueño en un 50 por ciento. La copropietaria de la Ford Bronco estaba dentro junto al líder, la abogada Susana Barneix.
Mientras, la Federal revisaba todo lo que se le cruzaba. Desatornillaron la reja de su chimenea, revolvieron los cajones de su amplio vestidor. Había casi un millón de pesos en efectivo, 30 medallas de plata. También un tigre de peluche, un poco desgastado.
Barneix se sentó junto a Percowicz mientras le leían la imputación en su contra, con cara de fastidio. Pero Percowicz, de 84 años, emanaba paz. Miraba al tigre de peluche sobre la mesa mientras un detective le leía la hoja del día, un jubilado frágil sentado sobre un imperio horrible. Después, se los llevaron detenidos a todos.
Durante más de 30 años, la Escuela de Yoga Buenos Aires esquivó a la Justicia para crear una red de trata de personas y lavado de dinero, según la imputación en su contra a cargo del juez Ariel Lijo y los fiscales Carlos Stornelli y Alejandra Mangano, un culto al sexo donde se vendía una falsa salvación y discípulas jóvenes eran prostituidas a hombres ricos, otros eran forzados a aportar miles de dólares en sus “sobres” a la organización, o desvalijados más allá de la tumba. Marcelo Guerra Percowicz, hijo adoptivo de Juan, era el heredero aparente, el segundo en la línea de mando: hoy está prófugo de la Justicia.
Una escuela de coaching ontológico, con oficinas en Villa Crespo y un discurso similar al de Generación Zoe, funcionaba como anzuelo de captación. Allí, guardaban un archivo de videos de cine porno sadomasoquista de fines de los 80, títulos bizarros como “Su Última Vuelta en Pony”. Había cosas peores. Tenían una clínica trucha, CMI Abasto, donde vendían presuntos tratamientos contra la adicción a las drogas, además de medicina integral. Para la Justicia, CMI Abasto era un agujero de torturas, empleado para dormir con “curas de sueño” a miembros rebeldes durante días.
Y después, siempre según la acusación en su contra, fugaban el dinero a Estados Unidos, con filiales en New York, Chicago, Las Vegas y más de una decena de miembros. Los dólares de las víctimas se convertían en ladrillos americanos, de acuerdo a documentos de la causa del juez Lijo, oficinas en Las Vegas o edificios enteros.
El círculo que rodeaba al jefe en su caída es clave en la trama. Barneix, señalada en el “nivel 7 formal” del organigrama del culto junto a Percowicz hijo, está acusada de ser la cabeza del comando jurídico y contable de la Escuela, que montaba supuestos trucos para quedarse con bienes de sus víctimas luego de sus muertes, su estudio en la calle Paraguay fue allanado también. A mediados de los años 90, fue acusada de fraguar una deuda de más de 60 mil dólares de una mujer muerta vinculada al grupo. La deuda estaba asociada al edificio de la calle Estado de Israel que controlaba la Escuela, una suerte de internado donde vivían varios de sus jerarcas. El administrador del edificio en esa vieja causa era Percowicz junior.
En Santa Clara, junto a Barneix, estaba Ruth Viviana London, registrada como docente en la AFIP, otra supuesta miembro jerárquica. A pocos metros del tigre se ubicaba Daniel Gustavo Fryd Trepat. Su rol sería doble. Funcionaba como jefe de seguridad del líder y el remisero de las mujeres prostituidas.
Es irónico: en la calle Estado de Israel fue arrestada Susana Mendelievich, alias “Mendy”, señalada como una de las presuntas regentes dentro del esquema de trata, la madama mística. En una escucha en la causa, conversa libremente con Percowicz padre, al que trata de “papi” y de gestor de milagros de abundancia. “Mendy” recuerda sus orígenes humildes, el líder también, rememora al ver un viejo video cómo sus entonces seguidores tenían ropa mucho más modesta. Ahora, se reía “Mendy”, “vivían como millonarios”.
Hoy, la casa de Santa Clara, la Ford Bronco y todas las propiedades y cuentas del grupo fueron embargadas y congeladas por orden del juez Lijo.
Dentro de la casa en Santa Clara se organizaban “encuentros personales”, audiencias con el líder. Dentro del mismo country, de acuerdo a datos de la investigación, el grupo buscaba comprar otra casa, en un sector todavía más exclusivo: un audio del expediente lo menciona, en una charla entre un devoto y Percowicz, que detalla también una posible compra en Las Vegas.
Todos los detenidos en la redada del viernes 12 se negaron a declarar. Sin embargo, durante la mañana de hoy, algo puede quebrarse en el expediente investigado por el secretario Martín Canero. J.N, un médico de 71 años, fue detenido en la mañana del lunes. Será indagado en las próximas horas, confirman fuentes judiciales. Se lo señala como uno de los responsables de la clínica CMI Abasto, pero no parece ser un orgánico de la secta, un adorador de los pies del maestro. Cuando se lo llevaron en su departamento en Agronomía, dijo que dejó al grupo porque le pedían recetar medicación sin control, un testimonio sin validez alguna.
Lo que diga en Comodoro Py puede ser interesante.