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Microbiota intestinal: difunden 10 aspectos poco conocidos

En vísperas del Día Mundial de la Microbiota, las conclusiones de un trabajo publicado en revista de la Sociedad Argentina de Pediatría.

El interés por el cuidado de la microbiota intestinal está en ascenso. Es que se sabe que la microbiota, ese conjunto de bacterias, levaduras, hongos, virus y otros microorganismos que se alojan en nuestro intestino juegan un rol clave en la salud. Y comienza a gestarse desde muy temprano.

Así lo destaca un artículo elaborado por un grupo de expertos y publicado recientemente en la revista Archivos Argentinos de Pediatría, de la Sociedad Argentina de Pediatría, que hace hincapié en la importancia de desarrollar una microbiota intestinal saludable desde el embarazo, pasando por los primeros días de vida y durante todo el crecimiento.

A continuación y en vísperas del Día Mundial de la Microbiota, que se conmemora el 27 de junio, las principales conclusiones del trabajo.

1. Los primeros 1000 días son clave

La etapa que va desde la concepción hasta los 2 años de vida constituye una inmejorable ventana de oportunidad para el desarrollo de una microbiota intestinal saludable.

“Este período es crucial para la programación inmunológica, la maduración y la prevención de enfermedades crónicas a futuro. Una microbiota saludable ayuda a regular la respuesta inmune y contribuye a proteger al individuo contra infecciones y enfermedades”, sostuvo Gabriel Vinderola, investigador principal del Instituto de Lactología Industrial (CONICET-UNL), y uno de los autores del artículo.

2. Cuidar la alimentación durante el embarazo

La alimentación durante el embarazo posee un gran impacto en la microbiota intestinal del bebé.

“Una alimentación adecuada, junto con la realización regular de actividad física, evitando la ingesta de alcohol y la autoprescripción de psicofármacos, son medidas que promueven un mejor desarrollo fetal”, agrego Vinderola.

Y sumó: “Los recién nacidos de madres con sobrepeso tienen una menor diversidad microbiana y una composición diferente de la microbiota en comparación con los recién nacidos de madres de peso saludable”.

3. Diferencias según el tipo de parto

La composición de la microbiota difiere entre los bebés nacidos por parto vaginal y los nacidos por cesárea. Los primeros ingieren lactobacilos vaginales saludables para fortalecer el desarrollo de la inmunidad del bebé, lo que ocurre en menor medida en el otro grupo.

Así lo destacaron los autores del trabajo, entre quienes se encuentran también Guadalupe Benavídez, integrante del Grupo de Trabajo “Microbiota y Enfermedades Crónicas”, de la Sociedad Argentina de Nutrición; la pediatra Ingrid Herold y Omar Tabacco, ex presidente de SAP y coautor del artículo.

“Cuando la cesárea tiene indicación médica, es indiscutible su necesidad. Sin embargo, el creciente número de cesáreas nos invita a poner en valor los beneficios del parto natural, siendo uno de ellos el pasaje por el canal de parto, que constituye la colonización por bacterias vaginales en el tracto digestivo del recién nacido”, subrayó  Tabacco.

4. La “hora sagrada”

Justo después del nacimiento, existe un período temprano ‘sensible’ durante el cual el contacto estrecho entre la madre y el recién nacido sano puede inducir efectos positivos a largo plazo en la interacción madre-hijo, recordaron los autores de la revisión.

Y precisaron que el contacto piel a piel entre la madre y su hijo contribuye a estabilizar la respiración, la oxigenación, la temperatura y presión arterial del bebé, mantiene sus niveles de glucemia, reduce las hormonas del estrés, disminuye el llanto, incrementa el estado de alerta tranquila y promueve el inicio precoz de la lactancia materna.

“Existe evidencia de que el momento del inicio temprano de la lactancia, idealmente dentro de esa primera hora de vida (hora sagrada), es determinante para su continuidad y la reducción del riesgo de mortalidad, por lo que es pertinente promoverla”, destacó Tabacco.

El contacto piel a piel inmediatamente después del parto se asocia a múltiples beneficios. Foto ilustración Shutterstock.El contacto piel a piel inmediatamente después del parto se asocia a múltiples beneficios. Foto ilustración Shutterstock.

5. La lactancia materna es fundamental

La lactancia materna es fundamental para la nutrición del bebé y es determinante para establecer una microbiota intestinal óptima por su aporte de compuestos benéficos como las bifidobacterias y los oligosacáridos. Entre sus múltiples beneficios, se cuentan los de reducir la incidencia de infecciones y el riesgo de desarrollar enfermedades inflamatorias.

Los especialistas destacaron que seis meses de lactancia exclusiva es un objetivo deseable y alcanzable y se debe trabajar para lograrlo. No obstante, cuando no es posible, la lactancia materna exclusiva durante períodos más breves también resulta valiosa, afirman.

Estudios indican que la leche materna contiene más de 200 especies bacterianas, aportando más del 30% de las bacterias de la microbiota del bebé.

“La leche materna es el estándar de oro para el desarrollo de los bebés y niños pequeños y todos como sociedad debemos trabajar para que cada madre pueda amamantar a su hijo durante los primeros 6 meses y en forma complementada durante el tiempo que lo desee”, sostuvo Tabacco.

7. Alimentación complementaria

A partir de los 6 meses de vida, los requerimientos nutricionales comienzan a ser superiores a los aportados por la leche humana o una fórmula infantil, por lo que se hace necesario el inicio de la alimentación complementaria.

“Luego de la lactancia materna, la siguiente gran influencia sobre el desarrollo de la microbiota es la alimentación complementaria. Aquí cumple un rol crítico la calidad de los alimentos que se van incorporando”, indicó Vinderola.

Una alimentación rica en fibras (frutas, verduras, cereales integrales) y baja en grasas saturadas promueve una microbiota más diversa y abundante, con mayor producción de ácidos grasos de cadena corta, en la que predominan microorganismos adaptados a obtener energía y nutrientes de las fibras.

8. No a la leche de vaca hasta el año

La Organización Mundial de la Salud (OMS), UNICEF y el Ministerio de Salud de la Nación Argentina recomiendan no ofrecer leche de vaca a los niños menores de 1 año, recordaron los autores.

Los lactantes alimentados con leche presentan una baja ingesta de hierro, ácido linoleico y vitamina E, y una ingesta excesiva de sodio, potasio y proteínas.

La leche de vaca, de otros mamíferos o las bebidas vegetales “no se deben ofrecer antes del año de vida debido al exceso y déficit de ciertos nutrientes”, enfatizó Tabacco.

“Además, dado que el contenido de oligosacáridos de la leche de vaca es significativamente menor y distinta su composición respecto de la leche humana, es probable que su consumo genere una microbiota diferente a la generada por la leche humana, y muy probablemente menos funcional.”

En este contexto, y ante la imposibilidad de la mamá para amamantar, existen leches de fórmula que contienen los nutrientes adecuados para la correcta alimentación del niño, recordaron los autores.

9. Bióticos en fórmulas infantiles

“Si bien la composición microbiológica y fisicoquímica, y el dinamismo en la sucesión de nutrientes y microorganismos, de la leche materna es imposible de reproducir en una fórmula, en los últimos 30 años se avanzó en el desarrollo de compuestos bioactivos (los probióticos, prebióticos, sinbióticos y postbióticos) capaces de otorgar algunas de las funcionalidades de la leche materna”, manifestaron los autores.

En la actualidad, algunos bióticos se encuentran en fórmulas para bebés sanos y, también, en aquellas especialmente diseñadas para bebés y niños con trastornos digestivos funcionales, como cólicos, regurgitación o constipación, o patologías como la alergia a la proteína de la leche de vaca, entre otras.

Esas ‘leches medicamentosas’ deben ser indicadas por el profesional de la salud y su cobertura está garantizada al 100% por la ley N° 27.305.

Una microbiota saludable es protectora frente a trastornos digestivos funcionales. Foto Shutterstock.Una microbiota saludable es protectora frente a trastornos digestivos funcionales. Foto Shutterstock.

10. Beneficios a largo plazo

“Tener una microbiota saludable, con el paso de los años, contribuye a una digestión más eficiente y a una mejor absorción de nutrientes. También puede ayudar a prevenir trastornos digestivos funcionales, el síndrome del intestino irritable, el estreñimiento o condiciones más complejas como la enfermedad inflamatoria intestinal”, concluyó Vinderola.

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