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viernes, marzo 29, 2024
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Notas Ártika – Virginia sobre su carro gastronómico: “Nos cayó una patota de inspecciones”

Nos comunicamos telefónicamente con Virginia, vecina de la ciudad, quien posee un carro gastronómico ubicado en Ara San Juan y Yaganes. En este carro gastronómico encuentran sustento económico siete familias, en un horario corrido de 11.00 am a 01.30 am de acuerdo a la demanda.

Virginia manifiesta que el día de ayer: “Nos cayó una patota de inspecciones, entre bromatología, tránsito, la municipalidad. Yo quiero reflejar un poco que nosotros no estábamos trabajando ilegalmente porque antes de las elecciones nos habían dado como un pre-permiso para que nosotros podamos desarrollar nuestro trabajo y empezar con las habilitaciones del carro, hoy por hoy nos encontramos en la mitad del camino”.

La Municipalidad se presentó en el lugar en una especie de operativo y si bien no clausuraron el carro gastronómico, los apercibieron por un plazo de 24 hs., tiempo durante el cual no tienen permitido abrir para trabajar.

Con respecto a las exigencias que surgen de la inspección, Virginia expresa: “Nosotros si no trabajamos, y no reunimos el dinero para pagar todo lo que ellos nos piden, es imposible de poder costearlo“. Entre las normativas se encuentra la de poseer un baño, motivo por el cual alquilaron un baño químico que tiene un costo mensual de diecisiete mil pesos.

Virginia, chef de profesión, nos cuenta que durante la pandemia se quedó sin trabajo, y que este carro gastronómico es el espacio donde puede desarrollar su actividad de acuerdo a sus propios parámetros profesionales y con un grupo de trabajo que mantiene estándares de trabajo similares a los propios.

Cuando la interrogamos acerca de su profesión, Virginia nos explica que en la actividad gastronómica en Ushuaia, un sueldo de chef oscila en los setenta mil pesos, llegando a un tope de cien mil, y que con alquileres de alrededor de setenta mil pesos mensuales, es inviable pensar en trabajar por un sueldo de ese tipo.

Visiblemente emocionada y entre sollozos agrega: “Los sueldos que me pagaban eran para subsistir, y yo no puedo subsistir, sabés por qué Luis? porque tengo que pagar una insulina, tengo un montón de temáticas personales, y no tengo por qué ni siquiera estar dando explicaciones a toda la comunidad de por qué tengo que trabajar. Pero me parece injusto. Armamos este proyecto sin pedir nada a cambio, sin pedir subsidios, sin pedir un plan, sin pedir una máquina. Lo único que nosotros necesitamos es una habilitación, no es algo irracional”

Es una vergüenza fundamentar por qué estamos trabajando

Escuchá la nota completa, y conocé más de la triste situación que está viviendo Virginia y su grupo de trabajo. Otra mirada de lo que también ocurre en nuestra ciudad:

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