La agresión se dio luego del robo de una bandera de la Academia por parte de los ultras del club colombiano. A partir de ahí, integrantes de “Los pibes de Racing”, la facción oficial de la barra, salieron a la caza de los culpables para recuperarla
No importa cuánto se hable, no importa cuántas alertas suenen, no importa que la prensa lo refleje antes: si los barras quieren enfrentarse en la Argentina el terreno parece estar siempre fértil. Ayer Infobae contó lo que estaba sucediendo entre la barra de Racing y la de Deportivo Cali a raíz del robo de una bandera que parte de los violentos colombianos habían realizado en el Cilindro de Avellaneda la semana pasada. Y el pormenorizado relato no sólo mostraba la historia sino que se ponía de manifiesto la intención de ambas barras de enfrentarse esta tarde en el Obelisco o sus alrededores para dirimir la cuestión. Finalmente la pelea se dio en un tren que hacía el recorrido Ezeiza-Constitución a la altura de la estación Gerli. La formación debió parar para que la Policía, alertada por pasajeros, ingresara. Claro que cuando llegó la imagen era dantesca: seis hinchas de Cali heridos con arma blanca, uno (identificado como Jeason Mendoza) en grave estado que debió ser trasladado de urgencia al Sanatorio Finochietto, donde en este momento lucha por su vida. Increíble.
Todo comenzó el miércoles pasado cuando en horas del mediodía y con la excusa de querer conocer la cancha de Racing, un grupo de colombianos logró franquear el ingreso al Cilindro. En realidad está la sospecha de que fueron ayudados, ya que la barra de Deportivo Cali tenía una relación muy cercana a la vieja Guardia Imperial que lideraban los hermanos Escobar. Como en esa jornada la Academia jugaba contra Melgar de Perú, allí ya estaban colgadas varias banderas entre ellas las del grupo de Burzaco, que forma parte de Los Pibes de Racing, tal como se llama la facción que tomó el control de la tribuna del equipo de Avellaneda. La desataron del alambrado, la guardaron en un bolso y se la llevaron. Y al otro día apareció un video en las redes sociales donde los colombianos se ufanaban de lo realizado y desafiaban a sus rivales de la Academia.
Al instante, el periodista partidario del club de Avellaneda, Leandro Adonio Belli dio con un audio del jefe de los violentos de Racing, Leandro Paredes, en el que amenazaba con encontrarlos y liquidarlos. Pero además de llevar la guerra al terreno virtual, la barra fue al terreno judicial: denunció el hecho en la Comisaría Primera de Avellaneda y tomó intervención la recientemente creada fiscalía específica de violencia en el fútbol de la departamental Lanús-Avellaneda, a cargo del doctor Mario Prieto, que inició las investigaciones. Al mismo tiempo, un barra de Racing se presentó ante la comisaría porteña vecinal de la zona de Tribunales diciendo que la bandera estaba en un hotel de la zona, dando la dirección concreta: avenida Corrientes al 2500. Se armó otra causa judicial, en este caso a cargo del fiscal Gómez Barbarella. Toda la justicia del AMBA ocupada en buscar una bandera. Pero los allanamientos no dieron resultado positivo.
Al mismo tiempo que sucedía esto, la barra de Cali convocaba a un banderazo en el Obelisco para esta tarde, en apoyo a su equipo que mañana se juega la clasificación contra Boca en la Bombonera. Y por las mismas redes sociales respondía a la amenaza de los de Racing con audios que hablaban de mafia, de batallas y de sangre. Infobae alertaba que hacia allí, al Obelico, irían también Los Pibes de Racing a recuperar “el trapo” y a enfrentarse con el Frente Radical, como se hacen llamar los barras del equipo cafetero. Lo que finalmente sucedió.
Desde las tres de la tarde los colombianos empezaron a juntarse en el tradicional ícono porteño pero cerca de las cuatro, cuando vieron que el clima se estaba poniendo espeso y aparecían camisetas blanquicelestes por varios costados, decidieron dispersarse y por grupos internos de Whatsapp alertaron al resto que se pasaba todo para las siete de la tarde y que fueran en grupos para no “regalarse”. De todos modos, horas después, ocho simpatizantes de la Amenaza Verde fueron detenidos en las inmediaciones de la Plaza de la República con navajas, cortaplumas y machetes.
El primer ataque de los de Racing no se produjo ahí porque había varios móviles policiales apostados en la zona. Entonces, un grupo de la barra del club de Avellaneda que venía haciendo inteligencia desde que les robaron la bandera y tenía el dato de que los supuestos apropiadores del “trapo” estaban desde 48 horas atrás viviendo en una casa en El Jaguel, en Esteban Echeverría, se apostaron en la estación de tren de esa localidad a la espera de ver si aparecía alguien identificado con los colores del Cali. Y sucedió antes de las 17 cuando un grupito de barras con camisetas del equipo cafetero llegaron al anden y se subieron a la primera formación que apareció rumbo hacia la estación Constitución. Convencidos de que entre ellos estaban quienes habían perpetrado el robo, los siguieron sigilosamente mientras iban avisando la situación y el monitoreo al grueso de la barra, que esperaba en Villa Corina, Avellaneda, novedades.
Por eso apenas los vieron subirse dieron el parte. Ahí, los integrantes de Los Pibes de Racing, munidos de facas, cuchillos, botellas y piedras fueron hasta la estación Gerli ya con el dato preciso. Y cuando el tren abrió sus puertas en esa estación ingresaron y atacaron a los colombianos. Toda la acción duró unos cuantos minutos, los suficientes para avisarles al resto del pasaje que no era con ellos y que se fueran para los otros vagones mientras ellos atacaban a los colombianos y dejaban varios heridos de arma blanca, entre ellos uno en una situación muy comprometida. Mientras el resto de los pasajeros huía, los barras hicieron su faena y salieron corriendo. Cuando llegó la Policía Federal, que es la que tiene la jurisdicción sobre Trenes Argentinos y en el momento del hecho sólo había un oficial de consigna, los de Racing ya se habían ido, tras una operación relámpago coordinada en tierra liberada. Y mientras un hincha colombiano lucha por su vida, las amenazas continúan y, aunque parezca increíble, todo aún puede empeorar más en las próximas 24 horas.