Es parte de la estrategia oficial para acompañar la baja de la inflación. Se prevé una revisión de las paritarias en junio. Los gremios ya planean reclamar un 60% anual. La pelea que viene en medio de la campaña electoral
El ministro de Economía, Sergio Massa, alienta a los sindicalistas firmen acuerdos salariales del 30% para el primer semestre del año, con revisión en junio, como parte de su estrategia para que las paritarias de 2023 no se desboquen y acompañen la gradual baja inflacionaria que espera el Gobierno.
Ante ese escenario, de acuerdo con la vigencia de los convenios colectivos en cada actividad, algunos gremios planean reclamar otro 30% para el segundo semestre, de manera de alcanzar un 60% anual y dar claras señales de que no habrá incrementos en torno del 100% como sucedió el año pasado.
En Economía destacan que la gestión de Massa arrancó con una inflación del 7,5%, hubo dos meses en 6,2% y 6,3%, ahora fue del 4,9% y la de diciembre se ubicará alrededor del 5 por ciento. Para enero, febrero y marzo se estima que rondará el 4 por ciento. Los funcionarios del área prevén que en todo 2023 será menor al 60 por ciento.
Las primeras paritarias que se cierran en enero son las de la Asociación Bancaria, que lidera Sergio Palazzo: se intentaría alcanzar la semana próxima un acuerdo salarial para el período enero-marzo, de forma tal de esperar la evolución inflacionaria para firmar la paritaria de 2023 en marzo o abril.
En este sindicato todavía no está definido cuándo se fijaría la revisión salarial, aunque hay quienes imaginan que se tomaría como modelo la negociación que se hizo el año pasado: el incremento del 60% se pactó en mayo y se incluyó un 34% adicional como compensación en septiembre, lo que permitió que el alza salarial alcanzara al 94,1% para el período 2022/2023.
Otros gremios que iniciaron negociaciones y podrían firmar por el 30% para el primer semestre son la Unión Tranviarios Automotor (UTA), que encabeza Roberto Fernández; la Asociación Obrera Textil (AOT), cuyo titular es Hugo Benítez, y la Unión Obrera de la Construcción (UOCRA), liderada por Gerardo Martínez. También iniciaron tratativas el Sindicato de Comercio, conducido por Armando Cavalieri, y la Federación de Sanidad, que dirige el cotitular de la CGT Héctor Daer.
En todos los casos, los sindicalistas tienen buena relación con Massa y entienden que ayudar a desalentar las expectativas inflacionarias con acuerdos salariales moderados será, además, una forma de intentar que el Frente de Todos encarrile la economía y pueda evitar una derrota electoral.
Como sucede cíclicamente en la Argentina, la inflación en alza es un grave problema para que los sindicatos negocie aumentos salariales que no se diluyan en poco tiempo. Por eso en los últimos años las paritarias que eran generalmente anuales se empezaron a pactar en forma trimestral o semestral, con cláusulas de revisión cada vez más cercanos a la firma del incremento y ya es muy inusual que se apliquen a través de “cláusulas gatillo”, que obligan a una recomposición automática.
En el último informe del Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma, de octubre pasado, se destaca: “La aceleración de la carrera precios-salarios rompió la lógica temporal detrás de los acuerdos sectoriales. El año paritario, que difiere en cada actividad y que en muy pocas coincide con el año calendario, dejó de ser un punto de referencia. En algunas actividades los aumentos se concentran en los primeros meses del acuerdo, en otras se reparten en múltiples cuotas, que luego son modificadas en posteriores negociaciones. El resultado de este proceso, en promedio, son salarios corriendo a la par o por detrás de la inflación, cada vez más rápido, en una carrera agotadora y sin ninguna perspectiva de aminorar en el corto plazo”.
Por eso Massa se propuso convencer a los sindicalistas de que las paritarias acompañen la tendencia decreciente de la inflación. “El 30% de aumento hasta el 30 de junio ayuda a la baja inflacionaria”, sostienen en el Ministerio de Economía, donde están seguros de que los dirigentes gremiales suscribirán la estrategia oficial, pero con recaudos de que al cabo del primer semestre habrá posibilidad de revisar los acuerdos para compensar un eventual desfase por la inflación.
Si consigue serenar los reclamos sindicales en el arranque de las paritarias, el ministro de Economía buscaría un mecanismos de acuerdos de precios y salarios que le brinde sustento al esquema de paritarias pactadas a la baja. El esquema oficial para desacelerar los precios incluye la reducción del déficit fiscal, el límite a la emisión monetaria y la acumulación de reservas del Banco Central, tres de los ejes que están contemplados en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Hace bastante que la negociación salarial se atomizó como producto de una economía en caída libre. Ya no existe una paritaria testigo que sirva (sobre todo, al gobierno de turno) para orientar al resto de los convenios y mantenerlo en sintonía con las previsiones económicas, como fueron en otras décadas los acuerdos de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) o incluso del propio Camioneros.
Ahora, el objetivo del Gobierno es transformar las negociaciones salariales en una instancia más previsible, pero que le brinde a los sindicatos una franja de aumentos que acompañe las previsiones inflacionarias. El desafío es que esas previsiones se cumplan. Hay dirigentes gremiales que dudan de que la inflación baje a los niveles que imagina Economía: este 2023 es un año electoral decisivo porque hay comicios presidenciales y el clima de campaña, en medio de un diálogo que parece imposible entre el Gobierno y la oposición, puede interferir en la economía.