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Un misterioso asesinato de mineros chinos en el corazón de África pone a Beijing bajo presión

Buscaban oro en la República Centroafricana. El ataque plantea dudas sobre la capacidad de China para proteger a sus ciudadanos.

La embajada china en la República Centroafricana lanzó una dura advertencia a sus compatriotas en este país sin salida al mar: no abandonar la capital, Bangui. Los secuestros de extranjeros iban en aumento, y cualquier chino que se encontrara fuera de Bangui debía ser evacuado inmediatamente.

Menos de una semana después, el 19 de marzo, un grupo de hombres armados asaltó una remota mina de oro alejada de Bangui y mató a nueve trabajadores chinos.

El gobierno centroafricano declaró que investigó la masacre y llegó a la conclusión de que la había planeado un importante grupo rebelde. Los rebeldes negaron la acusación y culparon culpado a un tercero que opera en el país: el grupo mercenario ruso Wagner, que a su vez acusó a los rebeldes. Ninguna de las partes presentó pruebas de sus afirmaciones.

La investigación dejó un reguero de preguntas sin respuesta sobre los motivos y métodos de los atacantes. Se suponía que más de una decena de soldados centroafricanos protegían el lugar, según un diplomático informado de la investigación, pero el día del ataque sólo cuatro de ellos estaban allí y todos sobrevivieron.

Mercenarios rusos del Grupo Wagner, en la República Centroafricana, montan guardia durante un desfile en Bangui. Foto: Ashley Gilbertson/The New York TimesMercenarios rusos del Grupo Wagner, en la República Centroafricana, montan guardia durante un desfile en Bangui. Foto: Ashley Gilbertson/The New York Times

Las víctimas no fueron identificadas, y sus cuerpos fueron incinerados poco después del ataque. Un alcalde local dijo que los trabajadores recibieron disparos a quemarropa. Una foto compartida por funcionarios locales y occidentales destinados en el país mostraba cómo los asaltantes dejaban los cadáveres boca abajo en fila sobre el barro color óxido, como si quisieran enviar un mensaje.

La confusión en torno a los asesinatos puso de relieve el creciente problema de seguridad al que se enfrenta el gobierno chino a medida que las empresas chinas fueron expandiendo rápidamente sus actividades por todo el mundo, a menudo metiéndose en medio de zonas de conflicto con gobiernos inestables y grupos armados que se disputan el territorio.

Los trabajadores chinos se enfrentaron a amenazas crecientes en países como Nigeria, Congo y Pakistán, incluido un atentado suicida el año pasado que tuvo como objetivo un centro cultural chino en Karachi, Pakistán, y en el que murieron tres profesores chinos. En 2020, tres ciudadanos chinos murieron tras incendiarse un depósito de propiedad china en Zambia.

Los ataques pusieron de manifiesto la creciente desconexión entre las ambiciones económicas de China y su aparato de seguridad en el extranjero, que depende de un mosaico de militares locales, mercenarios y empresas privadas para proteger a los trabajadores chinos, según los analistas.

El ejército chino tiene una presencia mínima en el extranjero y una capacidad limitada para proyectar fuerzas más allá de sus fronteras, según John Van Oudenaren, analista especializado en política exterior china de la Fundación Jamestown, un grupo de reflexión.

Pero el líder chino, Xi Jinping, promovió agresivamente una imagen más nacionalista de China, aumentando la presión sobre su gobierno para que demuestre que China protege activamente a sus ciudadanos en el extranjero.

A fines de abril, como parte de la evacuación de ciudadanos chinos de Sudán, país sacudido por una guerra entre dos generales rivales, el gobierno chino envió un buque militar que mostraba un cartel: “El presidente Xi envió este buque de guerra para traer a todos a casa”.

“China está sobre hielo delgado en el sentido de que están entrando en algunos de los lugares peor gobernados del mundo y sobrealimentando los conflictos”, dijo Ammar Malik, científico investigador senior en William & Mary que rastrea la financiación del desarrollo chino. “Y cada vez que se produce un ataque, la opinión pública china se enoja y China se ve obligada a reconsiderar su enfoque de no intervención”.

Tras los asesinatos en la República Centroafricana, los usuarios de Weibo, la versión china de Twitter, comentaron con sarcasmo que el ataque no se ajustaba a la imagen de China en las películas Wolf Warrior, un par de películas de acción nacionalistas chinas que promovían la idea de que China siempre protegería a sus ciudadanos del peligro en tierras extranjeras.

Sin embargo, la mayoría de los comentarios en línea sobre el atentado fueron fuertemente censurados, y Weibo restó importancia a los hashtags sobre las muertes. En su lugar, el sitio destacó una dura reprimenda pública de Xi, que pidió que se castigara severamente a los atacantes.

El grupo Wagner

Las acusaciones en torno a la posible implicación de Wagner son especialmente delicadas para China, y apuntan a las complicaciones a las que se enfrenta Xi al estrechar lazos con Rusia, incluso en medio de la guerra en Ucrania, con el objetivo de contrapesar a Estados Unidos y sus aliados occidentales.

Los asesinatos se produjeron un día antes de que Xi aterrizara en Moscú para reunirse con su homólogo ruso, Vladimir Putin.

Algunos chinos influyentes, como Hu Xijin, ex director del Global Times, un periódico del Partido Comunista, dijeron que quienes culparon a Wagner del ataque intentaban socavar las relaciones entre China y Rusia.

Wagner, una red privada de empresas respaldada por el Kremlin y dedicada a la seguridad, la influencia política y la explotación de recursos naturales, tiene una presencia dominante en la República Centroafricana desde 2018. Proporciona protección personal y apoyo político al presidente Faustin-Archange Touadéra, a cambio de acceso a diamantes, oro y madera.

En muchas partes del país, Wagner expulsó a los grupos rebeldes de las zonas ricas en recursos, algo que los llevó a recurrir más a los secuestros para pedir rescate.

A principios de marzo, los mineros empezaron a trabajar cerca del pueblo de Chimbolo, a varias horas al noreste de la capital. La empresa china Gold Coast Group estaba abriendo allí una nueva mina de oro. El ataque se produjo poco después.

Investigadores y funcionarios locales afirman que la zona está controlada por Wagner y el ejército centroafricano. Pero el gobierno culpó a la Coalición de Patriotas por el Cambio, una alianza de grupos rebeldes. En respuesta, Aboubakar Siddick Ali, portavoz del grupo, dijo en una entrevista que los rebeldes no operaban en la zona para evitar ser “acorralados por Wagner”.

Una fuente de dinero para los mercenarios

Wagner se volvió más dependiente de sus operaciones mineras en África, una fuente de dinero en efectivo que ayuda a los empresarios cercanos al Kremlin a eludir las sanciones occidentales impuestas tras su invasión a gran escala de Ucrania, dijo Alessandro Arduino, experto en seguridad china en el King’s College de Londres.

“Wagner y China tienen el mismo interés de explotación en África, pero Wagner prospera en el caos, mientras que China necesita estabilidad”, dijo Arduino.

Gold Coast, a la que no se pudo contactar para hacer comentarios, es una de las muchas pequeñas empresas mineras chinas que intentaron en los últimos años extraer oro de la República Centroafricana.

Según los investigadores, esas empresas desviaron cursos de agua para explotar los lechos de los ríos, lo que dañó el medio ambiente y enfureció a las poblaciones locales. Varias de ellas también fueron acusadas de abusos contra los derechos humanos.

“La presencia de empresas extranjeras crea tensiones con la población local, como es de esperar”, afirma Olivier Mbombo Mossito, que anteriormente trabajó como fiscal en Bambari, la ciudad más cercana al lugar de la matanza. “La adquisición de este yacimiento minero por una empresa china puede haber provocado cierto enfado, pero ¿de quién?”.

Arnaud Djoubaye Abazène, ministro de Justicia de la República Centroafricana, declaró a la prensa el mes pasado que los rebeldes estaban “incuestionablemente” detrás del asesinato. Pero no facilitó ninguna prueba ni aceptó preguntas de los periodistas. Dio las gracias a “nuestros aliados rusos” por detener y matar a algunos de los presuntos atacantes, que no han sido identificados.

Yevgeny Prigozhin, jefe de Wagner, dijo en una respuesta escrita a preguntas, que: “bandidos mataron a los chinos”.

“Los bandidos fueron encontrados”, escribió Prigozhin. “No hay nada que discutir aquí”.

Pero investigadores y diplomáticos occidentales afirman que los asesinatos de los mineros no se ajustan al perfil de la manera en la cual los grupos rebeldes atacaron a ciudadanos chinos en el pasado. Por lo general, estos grupos secuestraban a trabajadores chinos para exigir rescates a sus empleadores, mientras que los asesinatos al estilo de las ejecuciones son muy poco habituales.

Dos funcionarios chinos enviados desde Pekín asistieron a la conferencia de prensa del ministro de Justicia. Dijeron que aún no habían podido acceder a la escena del crimen.

La mina lleva cerrada desde el 19 de marzo. China repatrió a unos 80 ciudadanos poco después del asesinato.

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