La joven denunció el hecho en la justicia federal. La mujer del acusado intentó defenderlo y también quedó detenida
El viernes pasado, minutos después de la 1 de la mañana, el gendarme T.V. encendió su computadora y abrió su WhatsApp web. Estaba en Tartagal, Salta, en la casa que comparte con su pareja y los hijos menores de ella. El hombre de 35 años buscaba algo de placer sexual mientras su novia dormía. Se contactó con una vendedora de contenido erótico de Buenos Aires con la intención de tener una videollamada sexual. La charla transcurrió en los primeros minutos como cualquier otra de esa índole, con el hombre solicitando el servicio y la joven aclarando las tarifas. Pero todo cambió cuando el gendarme especificó qué era lo que quería. La charla se convirtió en desagradable, aberrante y fue el inició de una causa por abuso sexual infantil intrafamiliar.
El gendarme escribió:“Estoy muy caliente por una nena de 7 años, ya me la chupó y me masturbó pero no pude más, quiero que te hagas pasar por ella”. Fue sólo el primero de una serie de mensajes en los que esa noche T.V. le contó a la joven que violaba sistemáticamente a su hijastra de 7 años. Hasta le confesó que la menor estaba ahí con él y le preguntó si no había problema en que se quedara a observar la videollamada.
K., la trabajadora sexual, le siguió la corriente todo lo que pudo para hacer captura de pantalla de los chats, guardar las fotos que el hombre le mandaba y conseguir datos para salvar a la nena. Una vez que tuvo ese material entre sus manos, contactó a la madre de la menor. La chica pensó mucho cómo decirle a la madre semejante atrocidad, tenía pruebas contundentes como chats e imágenes del abuso que el gendarme le envió. Imaginaba una conversación plagada de asombro, horror y desconsuelo. Se equivocaba. La madre de la nena la trató de extorsionadora, le dijo que estaba mintiendo e hizo caso omiso a lo que escuchaba y veía.
Ante la reticencia de la madre a aceptar la realidad, la vendedora de contenido erótico hizo la denuncia correspondiente en la justicia federal. Por orden del fiscal federal de Tartagal, Eduardo Villalba, tanto el gendarme como su pareja fueron detenidos.
En la causa judicial, que ahora pasará de la justicia federal a la provincial, consta toda la conversación que mantuvieron el gendarme con la trabajadora sexual. Infobae pudo acceder al total del contenido.
El chat entre T.V. y la trabajadora sexual comenzó a la 1.23 del viernes pasado. “El me escribe porque sacó mi teléfono de un sitio web en el que yo publico mi contacto para ofrecer mis servicios. Ahí comenzamos a charlar por WhatsApp. Lo primero que me dice es que tiene una fantasía”, cuenta K. a este medio, solicitando reserva de su identidad porque siente miedo luego de la denuncia que hizo.
“Hola amor. Videollamada”, es el primer mensaje que se lee por parte de T.V. “Si, 3k (mil)”, responde la trabajadora sexual y le envía el número de CBU para que le deposite el dinero. El gendarme aclara: “Pago doble por una fantasía”.
A partir de ese momento, el hombre comienza a confesarle a K. una serie de atrocidades relacionadas al abuso sexual de su hijastra de 7 años. La mujer decidió seguirle la corriente para saber si se trataba sólo de un fabulador o si, de verdad, detrás de ese chat se escondía un delito.
“Quiero que te hagas pasar por una niña de 7 años y me digas que te coja, así acabo rápido”, insistió el hombre, quien repitió, además, que no había podido penetrar a la menor
Luego la conversación continúa con K. intentando que el hombre pague por adelantado y el gendarme tratando de evitar ese pago. Pero, en el medio de la charla, T.V. escribía mensajes cada vez más aberrantes: “Que rico va a ser todo. Espero te guste”, escribió
Pero lo más desagradable, y que también le sirvió a K. como confirmación, llegó cuando el hombre decidió enviar una foto de la menor. En la imagen, que está anexada al expediente, se observa en primer plano la cara de una menor y abajo un texto que acompaña la imagen: “Te manda saludos”. La conversación terminó.
Si bien K. no logró que el hombre realice el pago y así poder obtener algún dato más, gracias a que tenía el número del teléfono celular comenzó una investigación solitaria pero rápida para poder ayudar a la nena. Su intención era contactar a la madre.
“Gracias a la ayuda de otras personas y colegas que viven en Salta, llegamos hasta la mujer del tipo. La llamé y mientras le contaba no hizo ningún tipo de expresión. No se mostró horrorizada ni nada por el estilo. Luego le mandé las capturas y fotos de lo que había hablado con su novio y de la nena abusada. Primero me mintió diciendo que no era su hija, después que si era pero que no vivía con ellos y finalmente me dijo que yo estaba mintiendo porque su marido a esa hora trabaja. Pero antes de cortar me amenazó: ´Si haces la denuncia te van a pasar cosas malas´”, explica K.
Al comprobar la reticencia de la madre, la trabajadora sexual realizó la denuncia formal tanto en Gendarmería como en el Ministerio Publico de Salta. También se contactó con el diario El Tribuno que antes de publicar el caso realizó otra denuncia ante el fiscal federal de Tartagal Eduardo Villalba que fue quien comenzó a investigar el caso.
Lo primero que arrojó la investigación es que, efectivamente, T.V. vivía en Tartagal y pertenecía al Escuadrón 54 de Aguaray, una localidad a 30 kilómetros de Tartagal y a casi 400 de Salta capital. También se certificó que el hombre vivía con su pareja, J.S., y los tres hijos menores de ella. Una era la nena que aparecía en la foto del abuso sexual que el gendarme le había enviado a K.
El fiscal ordenó la detención tanto del gendarme como de su pareja, por considerarla cómplice del abuso. En una audiencia realizada en las ultimas horas, el juez federal de garantías 1, Julio Bavio, convalidó las detenciones y ordenó que la causa pase de la órbita federal a la provincial. Por su parte, también se determinó que los hijos de la mujer queden al resguardo de una de sus abuelas.
Antes de finalizar la audiencia, los investigadores añadieron un dato que suma más horror a esta historia: la pareja del gendarme, la misma que encubrió el delito y amenazó a K. para que no denuncie, es maestra de primaria en un colegio de la zona.